miércoles, 5 de diciembre de 2018

Un cuento oscuro. Naomi Novik.




Título: Un cuento oscuro.
Autor: Naomi Novik
Género: Fantasía, aventura.
Año de publicación: 2015
Editorial: Planeta
Saga/Autoconclusivo: Autoconclusivo
Nº de páginas: 686
P.V.P: 19,50


★★★✩✩ Empezamos el mes de diciembre con la reseña de una relectura, en este caso con “Un cuento oscuro” de Naomi Novik. Debo ser sincero, y decir que la primera vez que lo leí, muchos menos entendido en estos campos (como si ahora lo fuera), me pareció un libro bueno, de los mejores que había leído. La magia me atrapó de lleno, por la belleza descriptiva que posee, aunque ahora mismo empiezo a ver mas conscientemente de lo que leo, de los huecos que hay entre tanta descripción.

Es un libro que se hace pesado. La primera vez que lo leí, hace unos cuatro años se me pasó volando, pero al releerlo mi opinión cambió de pleno. Aunque tiene ese aire de aventura explosiva, se hace algo pesado, no por una falta apremiante de acción, sino mas bien por la manera en que las ramas secundarias de la historia se meten a la fuerza por delante de la principal, resultando en historias cojas o que les falta profundidad. Al final resta tiempo a las cosas importantes, les quita peso y una profundidad que se haría de desear para una trama con tan buena base. Sin embargo, quedan presentes tramas cojas que no aportan nada a la historia principal.

Con esto, quiero dejar claro que no es un libro malo “per se”, lo único es que, viéndolo con más perspectiva, falla en la simpleza de la historia, que, en verdad, es una historia que llama la atención, y que, según pienso, añadiendo un poco más de complejidad, la novela hubiera ganaría muchísimo más (como si yo fuera un escritor de renombre).

Llegamos a una historia llena de clichés y giros sacados de la manga. El final es una de las cosas que miras y dices, ¿Ya?, y ahí acaba, salvo por un epilogo que trata de mostrar un poco del futuro, pero que pasa desapercibido.
Reconozco que el final está hecho para tratar de ser metafórico, de mostrar una magia aunada con la naturaleza de las cosas, reflexiva y sutil, llevándola más allá de rayos, fuego, y efectos especiales varios.

Trata de hacerlo en un espacio de tiempo reducido y al que le faltan puntos clave para pillar todo el sentido que tiene (o que al menos yo le doy), quedándose en un poco de acción repentina y algún deus ex machina para rematarlo todo.
Para situar un poco la historia, nos encontramos en el valle, en el reino de Polnya (clara referencia a Polonia), que se halla amenazada constantemente por el Bosque, una entidad mágica que trata de hacerse con el valle entero, por algún motivo desconocido. 

Pero, ahora os preguntareis, ¿Por qué no lo ha conseguido?, que le impide hacerse con el domino total de Polnya y de más allá. Bien, señoras y señores, aquí aparece la figura del Dragón, un mago que tiene a raya al Bosque a base de hechizos, fuego y una vigilancia constante.
¿Y dónde está lo malo de este personaje? Pues que es predecible, si bien es cierto que en un principio parece un personaje fresco y vivo, esa sensación dura tan solo un par de lecturas. Como tal es una persona, mejor dicho, un mago huraño y que vive aislado en su torre de piedra (clichés, para que os quiero), solo saliendo de ella en caso de peligro o porque lo ordene el rey de turno.

Cada diez años, el Dragón, como buen seguidor de historias y cuentos de hadas, hace honor a su nombre y toma prestada una muchacha de 17 años del valle. Todo el mundo se supone para que va allí, que querría sino un hombre solo, encerrado en su fría torre, más que el abrazo de una joven hermosa. Aunque la gente parece aceptarlo con gravedad, por que las devuelve en el plazo, aunque eso sí, cambiadas, con una bolsa de plata y “echadas a perder”, por supuesto.
Y aquí comienza esta novela, en una de esas elecciones donde el Dragón elige a su próxima muchacha. Pero como no, no escoge a la bella, talentosa y valiente Kasia, sino a la sucia, torpe y basta Agnieszka, un cumulo de elegancia vamos.

¿Por qué? Porque como no, la muchacha torpe y algo salvaje, posee magia, pero incluso con ella sigue siendo torpe, no iba a ser tan fácil como si llegando a una semana de empezar a practicar y ya lanzase fuego y rayos como una tormenta de verano. Tarda un poco más, pero tampoco tanto como para que fuese lo lógico al comenzar a sumergirse en algo con lo que te acabas de encontrar hace días, como hechizos en una lengua que apenas empiezas a comprender.

Como no, al Dragón piensa que es la muchacha más torpe, desgarbada e inútil que ha visto nunca, considerándola durante un momento una espía del reino. Su magia parece ir por donde se le antoja, desafiando la lógica y la precisión milimétrica del mago de la torre. Sin embargo, su poder de cuento se hace patente cuando el Dragón debe ausentarse y la torpe muchacha decide partir en ayuda de su pueblo, pues al mismo tiempo es atacado por el Bosque (justo cuando el Dragón no está, que casualidad).

 Se hace con unas cuantas pociones que coge casi por azar, y se cuelga de la ventana para llegar al pueblo más cercano (la tenía encerrada, por cierto). Allí parece controlar la situación por arte de magia (nunca mejor dicho), aunque acaba recibiendo una reprimenda por parte del Dragón y el coste obsceno de las pociones que ha gastado a la ligera y hacer peligrar la vida del propio hechicero, al tener que salvarla. Eso sí, al final es ella quien lo cura con un libro que encuentra casi por suerte (de nuevo) y que de pronto sabe cómo usar (aunque sea a ojo). Para el Dragón estos hechizos no son más que locuras, desvaríos de locos, pero sin embargo a ella le sirven.

 Este libro parecía haber pertenecido a Jaga (clara referencia a Baba Jaga, y su famosa casa con patas de gallina), un personaje de cuento que habitaba el valle y que al parecer cierto día desapareció del tiempo mismo, relegando sus apariciones a momentos puntuales y misteriosos.
A partir de aquí, el Dragón comienza a diseccionar y a meter en su cabeza los hechizos de ese libro, aunque parece desconcertado y enfadado por no saber como avanzar con sus propios métodos, porque Agnieszka se maneja con ellos con los ojos cerrados, tanteando el camino.

Desde este momento, la pequeña hechicera, parece tener poder para mover montañas, así de la nada. Y en esto que raptan a su mejor amiga, Kasia, la perfecta muchacha de su aldea. Y va la chica con sus dos grandes botas, hasta el Bosque, se mete en él como quien da un paseo, y al trae de vuelta, como si nada. Pero aquí no acaba todo, la amiga sigue infectada por el Bosque, aunque al final, como no, como buena protagonista descubre una manera de eliminar el control del Bosque. 

Y a partir de aquí, surge de nuevo tramas sobre la realeza, influencias y engaños, antiguas venganzas y ataques al Bosque destinados al fracaso, reinas raptadas y corrupción por doquier.
Al final de toda la trama, se enfrentan, el Dragón y la muchacha al Bosque y… lo “derrotan” (si se puede llamar a eso derrota), mediante el truco que llevan empleando toda la novela, aunque al final uno piensa en ello y se pregunta ¿Por qué ahora puede hacerlo así sin más?, pero bueno. Con un final tan abrupto te deja con ganas de algo mejor hilado, más complejo y lógico al mismo tiempo.

El ultimo punto que voy a tratar de la novela es la relación romántica entre opuestos que la autora ha metido con calzador, y que se ve desde kilómetros de distancia. El Dragón y Agnieszka, la lógica y la torpeza, lo calculado y lo improvisado se unen, al principio con timidez, para explotar fugazmente una noche en la que están bajo ataque (quien necesita descansar cuando hay un ejercito a punto de matarte) para desaparecer de nuevo hasta el epilogo, quedándose en una sombra de lo que podía haber sido, dando lugar a una relación que se queda a mitad de camino, sin llegar nada en realidad.

Basta ya de enumerar los puntos negativos, pasemos a cosas más alegres y encantadoras. La magia, aunque sea ilógica, esta bellamente descrita, como un lento cantico que construye una red llena de historias mas pequeñas. Es una magia muy visible, no es sutil, dispara rayos, fuego y provoca terremotos (y muchas cosas más). Es canto, poesía susurrada, hilos de magia que chisporrotean y se ondulan. La magia de la chica es salvaje, natural, dando un contraste respecto a la magia que se nos muestra entre los demás magos, como cuando se ventila una habitación en una mañana de lluvia, y se mezcla al aire viciado con el de la tierra húmeda y fría.

El Bosque como entidad malvada se expone con poder y inteligencia, para hundirse poco antes del final. Surge como maldad pura en un inicio, el ansia de expandirse, de matar y provocar dolor. Un villano que vigila, que planea y actúa, envenenando sutilmente hasta que explota y destruye todo cuanto está en su mano. Las descripciones de sus primeras entradas dan un aire de terror a esa presencia tan presente en el valle. Por desgracia, pierde fuelle y se desinfla, dejando un hueco enorme y desolado, que da algo de pena.

Definitivamente, recomiendo esta novela, si estás buscando una trama sencilla, de fantasía al uso, de aventuras y lucha contra villanos. Confieso que me sigue gustando, por su formas descriptivas y su magia tan brillante. Con menos edad, este libro se disfruta muchísimo más, pero ahora mismo quiero intrigas, misterios, y explosiones (lógicas y bien hiladas) de vez en cuando, pero no todo está presente en este libro. 

Mi puntuación es de tres estrellas, un termino medio de lo que fue y de lo que ha quedado tras esta relectura.
“Que el Bosque nos pille confesados, pues la corrupción se extiende como el fuego entre la madera reseca…”.

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