domingo, 24 de marzo de 2019

El gato que venía del cielo. Takashi Hiraide.


Título: El gato que venía del cielo.
Autor: Takashi Hiraide.
Año de publicación: 2001.
Editorial: Alfaguara.
Saga/Autoconclusivo: Autoconclusivo.
Nº de páginas: 156
P.V.P: 16,50€
Puntuación media: ★★★★★✩ (8,2/10)
            -Trama: ★★★★★
            -Personajes: ★★★★★★★★
            -Longitud: ★★★★★★★★★
            -Estructura y construcción del mundo: ★★★★★★★✩✩
            -Opinión personal: ★★★★★★★★
Tras toda una saga de fantasía juvenil, decidí dar un descanso a la sección de fantasía y leer algo de realismo para limpiar el paladar y no saturarme del mismo tipo de libros. Hace una semana, en uno de esos paseos por la biblioteca, vi “El gato que venia del cielo”, sobre el cual había oído alguna recomendación en redes sociales, y me decidí a leerlo, si bien con un poco de precaución, porque lo único que he conocido de literatura japonesa por el momento es a Murakami, y es un autor que hay que tomar con calma.
Pero nada más lejos de la realidad, me sorprendió gratamente que, en tan pocas páginas, el autor sea capaz de transmitir sensación, tanto buenas como malas, de una forma tan apacible. Una vez que abres las páginas de este libro, te invade una sensación tan serena y sosegado, como si estuviera leyendo el libro en medio de un jardín japonés, rodeado de plantas y arboles antiguos y que el ruido de la ciudad queda amortiguado por el vibrar intermitente del vuelo de una libélula.

Aunque sus descripción de localizaciones son en algún caso, demasiado detallistas, lo que al principio me descolocó, pues trataba de hacerme una idea de como era el espacio donde nos sitúa la novela, sin embargo, esto me sacó de la lectura en alguna que otra ocasión. Todo hay que decirlo, sucede en las primeras páginas y el resto de las menciones a esto son cada vez más difusas y secundarias para la historia.

 ***
La historia trata sobre una pareja de editores que decide mudarse a una pequeña casa en medio de una calle tranquila, al que llaman “El callejón del relámpago”, rodeado por los jardines privados de las casas vecinas. Y la trama como tal, arranca con la llegada de un pequeño gato blanco moteado que es adoptado por el niño de los vecinos. La relación entre la pareja y este gato tan especial y misterioso es el eje central por el que orbita el libro.

Como curiosidad añadida este libro, fue formado a partir de las vivencias del autor y su mujer sobre como la llegada fortuita del gato había dado cuerda a su vida, y sobre lo que surgía de su pensamiento en consecuencia de la relación entre el pequeño gato y la pareja.
Y sobre esto, el autor cuenta sus vivencias mediante un lenguaje poético sin resultar emperifollado, manteniendo un aire de tibieza que resulta placentero de leer, pues, aunque cuente alguna experiencia o hecho doloroso, siempre se ve desde un prisma de tranquilidad, en el que los problemas existen, pero no lo anegan todo a su paso, y aunque el color desaparezca de una vida, el dolor no convierte todo en un yermo gris y estéril.

***

El gato, al que llaman “Chibi” (pequeño en japonés) no es un gato cualquiera, es la descripción de alguien a quien en un principio los gatos no son más que unos animales cualquiera, pero que llegado el momento se convierte en un parte fundamental de su vida. Esto se ve mucho mas directamente con la mujer, ya que su amor por los animales (salvo por los patos) esta mucho más arraigado desde el principio, en comparación con Takashi.

A su vez, este gato siempre es comparado con una persona, bien sea por su forma de juntar las patas delante de el como un gesto de agradecimiento, su forma da abalanzarse de repente, describiéndolo como:

“Como la punta de un relámpago.”
“Como si quisiera provocar que se desate el trueno.”

Y al mismo tiempo que le dan características y comportamientos humanos, le otorgan un aire neblinoso y místico, asemejándolo al dios de la caza del “Nihonshoki”, uno de los libros más antiguos de Japón.

Y junto a esa dualidad, da la sensación, de que aunque saben que no es suyo,  y que seguramente nunca podrán cogerlo en brazos, la libertad que le dan al animal, ya no solo para entrar a su casa sino para pasar a lo más profundo de sus almas, es algo que me llegó bastante a fondo, pues aunque les hacía mucho bien y tenían ganas de coger en brazos y retenerlo con ellos, no lo hacían, mantenían pura esa relación que se había formado entre los tres.

Pues en ocasiones, tan la perdida como cuando veían el fin de su relación con él, se da a entender de que podría llegar a ser un sustituto de un hijo perdido, o aquel que nunca han podido tener, aunque esto no deja de ser una suposición mía.

***

Y esta novela, no solo se centra en la vida de esta pareja, sino que tiene un lado en el que muestra la vida de Japón en el final del siglo XX y la burbuja inmobiliaria que se produjo, junto con su consiguiente crisis económica.

También muestra ese aspecto tan práctico y pragmático de la cultura japonesa, cuando los dos ancianos arrendatarios de la pareja entablan relación con ellos y en parte acaban haciéndose cargo de su casa cuando la mujer decide mudarse a un apartamento con servicio médico, tras el ingreso de su marido en un hospital del que no saldrá, para no ser una molestia. 

Aunque son personajes secundarios muestra, sobre todo la anciana, un aspecto de sabiduría para con la pareja. Y Takashi acaba haciéndose cargo por voluntad propia del jardín de los vecinos, aunque sepa que llegado el momento todo será demolido para construir apartamentos, aunque de forma curiosa el olmo sobre el que se centra el jardín de los ancianos esta protegido por el gobierno, al igual que mucho otros.

Y al igual, cuando se mudan, tratan de buscar un sitio desde el que se pueda ver ese viejo olmo, como cura y analgésico para el dolor que la marcha de “Chibi” provoca en su mujer, un dolor que la trastoca de una forma afilada y profunda. Aunque como todo en esta vida, el dolor es pasajero, y aunque no se sabe si alguna vez desaparecerá del todo, la vida continua, convirtiendo el dolor agudo en un recuerdo pesado y gris en el fondo del alma de la pareja.

La marcha del gato, al igual que su aparición estaba sumida en el misterio, y aunque su relación con los vecinos se truncó debido a esto, el autor aún se pregunta por qué el día antes de que partiese no visitó su casa, y que había hecho ese día, el día en que no volvió a verlos, y por qué había cambiado su rutina tan repentinamente, ese misterio también hace pensar en lo que llamamos fortuna o casualidad puede influir de manera tan repentina y fuerte en una vida.

***

Y aunque os podría contar muchas más reflexiones sobre esta novela, creo que la reseña se haría demasiado larga, por lo que finalizare aquí, aunque si queréis que la amplié o que añada más contenido, no dudéis en poneros en contacto conmigo, y estaré encantado de añadir mas pensamientos sobre este libro.

Y como puntilla final, os debo recomendar esta novela, pues creo que es un libro que todo el mundo debería de leer, ya te gusten los gatos o no, porque va mucho más allá de la relación entre un gato y una pareja, aunque para verlo con vuestros propios ojos, deberéis abrir las páginas de este pequeño libro y recorrer con vuestro pies el Callejón del Relámpago.

“Al pie de un árbol junto al pozo, delante del pórtico, hay un hermoso visitante. Nadie duda de que no pertenece al común de los mortales. Si viniera del cielo, su rostro sería celeste. El que llega de la tierra debería tener la cara labrada en barro. Era tal su belleza. ¿será ese al que llaman Soratsuhiko?” (pasaje del Nihonshoki, 720 d. C.)

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